sábado, 31 de marzo de 2012

Un cuento de la muñeca Matriosca

Había una vez un virtuoso carpintero ruso llamado Serguei que se ganaba la vida tallando los mas hermosos objetos de madera, instrumentos, juguetes... Todas las semanas se enfrentaba al frío del bosque para buscar piezas de maderá y así poder tallar sus objetos. Una de las mañanas que le tocó salir para recolectar material se encontró con que todo estaba cubierto por una gruesa capa de nieve, la noche había sido muy dura y el carpintero rezaba para que la fortuna le sonriera, sin embargo toda la madera que se encontraba estab húmeda y sólo le servía para calentarse en el fuego. Abatido por el cansancio, decidió volver y probar fortuna al día siguiente y cuando se disponía a dar media vuelta, le sorprendió un bulto que sobresalía de un árbol. Al acercarse comprobó que se trataba de un trozo de madera expléndido, el más bello que había visto en su vida. Tardó varios días en decidir que tallar y finalmente se decidió por una preciosa muñeca.



Era tan bonita que decidió no venderla y quedársela para que le hiciera compañía.
-Te llamaré Matrioska - Dijo a la inerte figura.

Cada mañana cuando se levantaba se dirigía a la muñeca y le decía:
-Buenos días Matrioska

Pero un buen día la muñeca le respondió:
-Buenos días Serguei

El carpintero se sorprendió, pero en lugar de tener miedo, estaba feliz por tener a alguien con quien hablar.
Con el tiempo, el carpintero veía que Matrioska se sentía triste y le preguntó que le ocurría, ella le contestó que veía como todo el mundo tenía un hijo y anhelaba tener uno.
-Tendré que abrirte y sacar madera de ti y eso será muy doloroso - dijo el Serguei.
-En la vida, las cosas importantes requieren de pequeños sacrificios - contestó Matrioska.

El carpintero talló una muñeca más pequeña que la llamó Trioska. Ya no se sentiría tan sola.
Pero el instinto maternal se apoderó también de Trioska y Serguei accedió a que también tuviera una hijita que le puso de nombre Oska.
Pero Oska también quería descendencia. El carpintero comprobó que apenas quedaba madera dentro de Oska, como mucho podrñia hacer una muñequita más y tras mucho deliberar, talló un muñequito muy pequeño con bigotes que le llamó Ka. Lo puso defren al espejo y le dijo:
-eres un hombre y no puedes tener hijos.
Entonces metió a Ka dentro de Oska, a Oska dentro de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska.
Un día Matrioska desapareció con toda su familia dentro y el carpintero quedó muy desolado.



Nota: Este artículo está inspirado en un cuento ruso escrito por Dimiter Inkiow, poeta búlgaro. Las muñecas Matrioskas tienen su origen real en Japón, aunque en Rusia ya existía la tradición de meter cosas dentro de otras

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